Luis de Santángel, propició el descubrimiento de  América

Don Luis de Santángel, nace en Vilamarxant (Valencia) sobre 1435. En cuanto a su fallecimiento no está muy claro "Valencia, Ávila, y Alcalá de Henares" son las tres ciudades que las numerosas biografías que he consultado dicen que es donde falleció,  pero yo me inclino por Ávila y lo que no hay dudas es el año en que falleció (1498). Y cumpliendo su última voluntad, sus restos descansan en el Monasterio de la Trinidad de València.

 

   Descendía de la familia judía Chinillo: un miembro de esta familia, Azarías Ginillo, de la ciudad de Calatayud, se había convertido al cristianismo «siendo mozo» a comienzos de la segunda década del siglo XV; más tarde estudió Leyes y se convirtió en un excelente jurista. Además el nombre de Luis Santángel lo llevaron varios miembros de esta familia, de su segunda mujer, cristiana vieja», le nacieron hijos e hijas que se apellidaron Santángel. Igualmente dos de sus nietos llevaron este nombre: uno era recaudador de impuestos y diputado en las Cortes de Aragón de 1473; y otro un comerciante de Zaragoza que fue condenado por el asesinato del inquisidor Pedro Arbués (quemado el 18 de agosto de 1487.

 

Este valenciano fue de vital importancia para el descubrimiento de América. Además, su influencia en la sociedad de la época, lo demuestra al ser elegido por los Reyes Católicos como copartícipe en las tareas financieras de la corona.  También el Rey Fernando  contribuyó con  30.000 sueldos para pagar la  boda de la hija de Santángel, casada con Ángel de Villanueva, nieto de Moses Patagón  (Calatayud, Zaragoza 1493).

 

   Era hijo de Luis de Santángel «El Viejo», que había solicitado su empadronamiento en la capital del Turia (vivió en la calle Castellvins, en plena Judería) y su relación con los reyes Alfonso V y Juan II fue excelente. Gracias a su amistad con los monarcas, le concedieron el arrendamiento desde 1460 de las salinas de la Mata.


 

En el Passeig de l 'Albereda “ Antiguo Paseo de la Alameda” se encuentra el busto en un pedestal de Luis Santángel, el valenciano judío converso que financió el descubrimiento del Nuevo Mundo.

Cuando muere su padre, Luis «El Joven» como pariente de primer grado y siendo el mayor, ocupa el lugar de su padre como jefe de la familia, prosiguiendo con sus múltiples actividades. Además, como heredero de su padre fue receptor de las rentas del antiguo patrimonio real y continuó con el arrendamiento de las salinas de La Mata. Dedicándose al negocio internacional de la sal. Se asoció con otros judíos conversos como el muy conocidos, como Gabriel Sánchez, de la tesorería real (también jugó un papel esencial en el descubrimiento del Nuevo Mundo). La influencia que ejercía gracias a su amistad con el Rey Fernando, favoreció que le concediera una alcaldía cerca de València y el nombramiento de «Escribano de Ración de la Corona en la ciudad de Valencia» una suerte de agente financiero de toda la Hacienda aragonesa cuyo principal cometido era prestar dinero al Rey. 

   Santángel conoció a  Cristóbal Colón en Córdoba  en 1486, con el que entabló una estrecha amistad. Su papel fue decisivo en 1492, cuando convenció a la reina para que aceptara las demandas del «marino» una vez rotas las Capitulaciones de Santa Fe. En ellas, Colón pedía que se le otorgaran los títulos de almirante, virrey y gobernador general de todos los territorios que descubriera o ganase durante su vida, así como la décima parte de todos los beneficios obtenidos. Santángel apoyó a su amigo Colón en todo momento, financiando el  proyecto, de este modo, prestó de su propia fortuna, aunque con cargo a la Corona, 1.140.000 maravedíes, y a título personal  Fernando, 6.375.000 maravedíes. También se asoció con Gabriel Sánchez, de modo que gran parte de la financiación del proyecto de Colón recayó en ambos. Santángel como buen mercader fue uno de los pocos visionarios que previó el beneficio que ese proyecto podría reportar a la Corona, además de lo que suponía el descubrimiento de nuevas rutas y nuevas tierras inexploradas.

Colón le envió una carta a Santángel que comenzó el 15 de febrero en las Islas Terceras y concluyó en el puerto de Lisboa el 4 de marzo de 1493, esta carta se encuentra en Simancas. Ya que Colón le estaba muy agradecido al valenciano, por su confianza  hacia el y su proyecto, en la carta le cuenta el éxito de su viaje, así como las cosas que había visto. El viaje se financió con un préstamo que se canceló con rentas castellanas, por su parte  los Monarcas decidieron excluir a una buena parte de la Corona aragonesa de la participación en los asuntos relativos al Nuevo Mundo. Además todo quedó registrado en el libro de cuentas de García Martínez y Pedro Montemayor, que se encuentra en el Archivo de Simancas, como cuenta Alonso de las Cabezas (tesorero de la Cruzada en el Obispo de Badajoz): fueron ciento cuarenta mil maravedíes restantes para pagar al dicho escribano de ración en cuenta de otro tanto que prestó para la paga de las carabelas que Sus Altezas mandaron ir de avanzada a las Indias, y para pagar a Cristóbal Colón que era el almirante en dicha Armada.

   Por otro lado y a pesar de su influencia en la corte, hay que tener en cuenta que  en aquella época ser judío o musulmán, aunque se convirtieran al cristianismo era un estigma que le acarreó algunos problemas,  lo que hizo que Fernando e Isabel, lo protegieran, incluso «le concedieran en 1407 el estatuto de sangre», por el que ni él ni sus descendientes podían ser llevados al Tribunal de Santo Oficio. Este estatuto de sangre  no cubría a  los miembros de su familia pertenecientes  a la rama aragonesa.

Fernando Colón, hijo del Descubridor, en la obra ‘Vida del Almirante Don Cristóbal Colón’, relata: “Ya entrado el mes de enero de 1492, el mismo día que el Almirante salió de Santa Fe, entre aquellos a quienes disgustaba su partida, Luis de Santángel, anheloso de algún remedio, se fue a presentar a la reina, y con palabras que el deseo le sugería para persuadirla, y a la vez reprenderla, le dijo que se maravillaba mucho de ver que siendo siempre Su Alteza de ánimo pronto para todo negocio grave e importante, le faltase ahora para emprender cosa en la que tan poco se aventuraba, y de la que tanto servicio a Dios y a exaltación de su Iglesia podía resultar, no sin grandísimo acrecentamiento y gloria de sus reinos y señoríos; y tal, finalmente, que si algún otro príncipe la consiguiera, como lo ofrecía el Almirante, estaba claro el daño que a su estado se seguiría; y que, en tal caso, seria gravemente reprendida con justa causa por sus amigos y servidores, y censurada por sus enemigos.

 

Por lo cual todos dirían después que tenía bien merecida tanta desventura; y que ella misma se dolería y sus sucesores sentirían justa pena. Por consiguiente, puesto que el negocio parecía tener buen fundamento, y el Almirante, que lo proponía, era hombre de buen juicio y de saber, y no pedía otro premio sino de aquello que hallase, y estaba dispuesto a contribuir a una parte de los gastos y aventuraba su persona, no debía Su Alteza estimar la cosa tan imposible como le decían los letrados. Y que lo que ellos decían que sería cosa censurable haber contribuido a semejante empresa en el caso de que no resultase tan bien como proponía el Almirante, era vanidad

 

   Antes bien que él era de parecer contrario al de ellos y que creía que más bien serían juzgados como príncipes magnánimos y generosos por haber intentado conocer las grandezas y secretos del universo. Lo cual habían hecho otros reyes y señores, y se les había atribuido como gran alabanza. Pero aunque fuese tan dudoso el resultado, para salir de tal duda estaba bien empleada cualquier gran suma de oro. Además de que el Almirante no pedía más que dos mil quinientos escudos para preparar la armada; y también para que no se dijese que la detenía el miedo de tan poco gasto, no debía en modo alguno abandonar aquella empresa.

 

A cuyas palabras, la Reina Católica, conociendo el buen deseo de Santángel, respondió dándole gracias por su buen consejo, y diciendo que era gustosa de aceptarlo a condición de que se retrasara la ejecución hasta que respirase algo de los trabajos de aquella guerra. Y aunque a él le pareciese otra cosa, estaba dispuesta a que sobre las joyas de su cámara se buscase prestada la cantidad de dinero necesaria para hacer tal armada. Pero Santángel, visto el favor que le hacía la reina al aceptar por consejo suyo lo que había rechazado por el de otros, respondió que no era menester empeñar las joyas, porque él haría pequeño servicio a Su Alteza prestándole de su dinero. Con tal resolución, la reina envió en el acto a un alguacil de corte por la posta, para hacer regresar al Almirante.

 

El alguacil lo encontró cerca del puente de Pinos, que dista dos leguas de Granada, y aunque el Almirante se doliese de las dilaciones y dificultades que había encontrado en su empresa, informado de la determinación y voluntad de la Reina, regresó a Santa Fe, donde fue bien acogido por los Reyes Católicos; y luego fue encargada su capitulación y expedición al secretario Juan de Coloma, quien de orden de sus Altezas y con su real firma y sello le concedió y consignó todas las capitulaciones y cláusulas que según arriba dijimos había demandado, sin que se quitase ni mudase cosa alguna”.

 

La noticia de haber sido descubiertas tierras a Occidente del Océano se extendió por todas partes, no sólo en España y Portugal, que eran los países directamente interesados, sino en toda la Europa de entonces.

 

El primer comunicador de tan magnificas novedades fue el propio Almirante. Ya en su regreso del primer viaje, estando aun en la mar, escribió varias cartas de las que conocemos dos: la enviada a Luis de Santángel, (con la que iba otra para los Reyes, que se ha perdido.

 

“La Carta de Colón” es un documento importante de la Historia Universal donde encontramos el primer documento del descubrimiento del nuevo mundo.

Fuentes: 

Diccionario de Historia Medieval del Reino de Valencia

JOSÉ KAMINER TAUBER PARA ENLACE JUDÍO

ABC Comunidad Valenciana

 

Comentarios: 1
  • #1

    Xavier Andreu (domingo, 13 diciembre 2020 22:38)

    Una biografía muy completa con muchos datos muy interesantes.