El Jardín Botánico de la Universidad de Valencia (en valenciano, Jardí Botànic de la Universitat de València), es un Jardín ubicado en la ciudad de Valencia (Comunidad Valenciana). El Jardín Botánico depende administrativamente de la Universitat de València. Es miembro del BGCI, de la Asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos y presenta trabajos para la Agenda Internacional para la Conservación en los Jardines Botánicos, su código de identificación internacional como institución botánica es VAL. Se tiene noticia de huertos de plantas medicinales que se remontan al siglo XVI, en estrecha dependencia con la enseñanza de la medicina en la universidad.
Joan Plaça nació entre 1520 y 1525, y tras cursar sus estudios en la Universidad de València, pasó a ocupar la cátedra de Práctica entre 1567 y 1583. Por aquel entonces, los estudios de Medicina sólo se componían de tres asignaturas, siendo las otras dos las de "Principis y la de Simples".
En el año 1567 los Jurados de la Ciudad de Valencia le encomendaron las explicaciones de la Cátedra de las "Herbes i Simples", recién creada. Entre sus obligaciones estaba el cuidado de un huerto donde fueron plantadas las plantas, siendo este el primer Jardín Botánico de Valencia y posiblemente de España.
Muere en Valencia el año 1603.
La referencia más antigua es del año 1567, cuando los Jurados de la Ciudad, al nombrar a Joan Plaza, doctor en medicina, le adscriben la obligación de herborizar –recoger especies– y que cuente «con un huerto en el cual se planten dichas hierbas» necesarias para la docencia». Posteriormente, en 1631, se tiene noticia de varios episodios y localizaciones sobre estos huertos de hierbas medicinales y sus doctores y catedráticos responsables, pero sin continuidad asegurada.
En el Umbracle o Umbráculo del Jardín Botánico, crecen y se desarrollan en un ambiente controlado diferentes tipos de plantas no originarias de estas tierras.
En el año 1900 se inauguró el actual Umbráculo, también de hierro, sobre un cuerpo de ladrillo, obra inspirada en las marquesinas ferroviarias, proyectada en 1897 por el polifacético arquitecto madrileño Arturo Mélida Alinar que vendría a completar la dotación del recinto y ofrecerle uno de los espacios más atractivos para su disfrute.
A la izquierda la imagen del invernadero más importante del Jardín Botánico, tanto por su valor histórico como arquitectónico. Fue alzado a mediados del s. XIX por el arquitecto valenciano Sebastián Monleón, responsable de valiosos proyectos como la facultad de Medicina o el claustro de La Nau, antigua sede de la Universidad de Valencia. A la derecha uno de los cuatro pequeños invernaderos de estructura similar dedicados al cultivos de bromeliáceas, helechos, carnívoras y orquídeas.
En 1733 se habla desde la Universidad de un recinto que debe facilitar la ciudad, pero no será hasta 1757 cuando el rector Lores proponga directamente la creación de un Jardín Botánico integral y completo (huerto, museo, espacio de docencia y de conferencias, anexos de servicios, etc.) en una ubicación próxima a la Alameda. En 1778 la ciudad aprueba estas previsiones, pero aún pasarán veinte años en hacerse realidad.
Resulta evidente que esta concepción de un Jardín Botánico de miras más amplias y sistemáticas, toma cuerpo en paralelo al desarrollo del estudio de la Botánica como ciencia independiente de la Medicina, que se consolida en el siglo XVIII, de la mano del reformismo ilustrado, interesado por la riqueza de la tierra y la mejora de los cultivos. En 1767 Gregorio Mayans reclama un jardín que sea responsabilidad del catedrático de botánica pero que no descuide las plantaciones de interés para la medicina y en 1786, la Universidad de Valencia aprueba la reforma del plan de estudios con la Cátedra de Botánica Independiente de la Cátedra de Medicina, y por lo tanto, da mayor urgencia a la necesidad de un Jardín Botánico.
La Real Sociedad Económica de Amigos de la Región Valenciana, interesada en las mejoras de los cultivos, también quería concurrir con el Ayuntamiento a hacer realidad esta dotación científica aportando terrenos para la ubicación de la Alameda, mientras apuntaba que a los aspectos instructivos y utilitarios se había de añadir el aspecto lúdico, que pudiese servir al mismo tiempo, «para el decoro, hermosura y recreo del paseo público».
Pero esta conjunción no sería tan fácil, pues las dos partes querían remarcar sus respectivas prioridades, la científica y docente centrada en un repertorio sistemático representativo del mundo botánico, por parte de la Universidad y la más utilitaria de aplicación a la agricultura, por parte de la Sociedad Económica.
La ciudad en 1798 le cede a la Universidad los terrenos prometidos, pero bien pronto se suspenden las plantaciones, según parece por la mala calidad del suelo y las molestias producidas al vecino paseo de la Alameda. Como nueva y definitiva ubicación, la ciudad ofrece en 1802 un huerto que permitía ser regado a la manera tradicional, «a manta», directamente por la acequia de Rovella, llamado de Tramoyeres, situado en la calle Quart, frente al convento de Mínimos de San Sebastián y cerca del Turia, que dio origen al actual Jardín Botánico.
La Universidad pone al célebre botánico Vicente Alfonso Lorente al cargo de la nueva instalación y le dota de medios para desarrollarla. El terreno trapezoidal de unas cuatro hectáreas acogerá sobre un sistema de cuadros –sistema de Linneo– los planteles, sin descuidar la provisión de herbarios, locales para la cátedra de Botánica, cámara para los jardineros y otras dependencias. El nivel del resultado obtenido le permitiría conseguir, enseguida, gran renombre entre los de más prestigio, estableciendo relaciones particularmente con el de Madrid.
Este prometedor inicio recibiría bien pronto la acometida de la invasión napoleónica, especialmente destructiva en el arrabal de Quart. Lorente también participó en los acontecimientos, fue hecho prisionero y condenado a muerte, salvándose por intervención a su favor del botánico francés León Dufour. Después del desastre y de la muerte de Lorente en 1813, el jardín no se recupera hasta la dilatada dirección entre 1829 y 1867 de Josep Pizcueta, Catedrático de Medicina, que acometió su reforma y actualización como el primero de España. Respondiendo a la petición de la Sociedad Económica se innova con experiencias de aclimatación de plantas originales de América, mientras se constituye la Cátedra de Agricultura, dirigida por Joaquín Carrascosa.
Y en un proceso de convergencia que sería sancionado por la Orden Real de 1834, se mandó reunir en el Jardín Botánico las dos enseñanzas de Agricultura y Botánica, que generaría la ampliación del terreno del Jardín Botánico. En 1843, Pizcueta, auxiliado por Félix Robillard, sustituye a la organización de Linneo por el método natural de Endlicher y, tras la reforma de estudios de 1845, recibe importantes recursos para plantaciones y también para construcciones de aclimatación, como un extenso invernadero de madera proyectado por el arquitecto Timoteo Calvo, un umbráculo y pequeñas estufas que, en conjunto, acelerarían espectacularmente el éxito y crecimiento de aquellas.
En 1856 se publicó el catálogo del jardín, con más de 6.000 especies vivientes y el herbario. De este impulso es fruto perdurable la construcción entre 1860 y 1862, de la estufa de hierro y vidrio, proyectada en 1859 por el prestigioso arquitecto Sebastián Monleón, auténtica vanguardia constructiva y lingüística en cuanto a los referidos materiales, costosa tanto en tecnología como en economía y en ejecución. De 24 m de longitud, 8,25 m de luz y 9 m de altura, es una cubierta acristalada de 465 m², orientada a mediodía, que sigue la traza de un cuarto de circunferencia, desde el suelo hasta un muro vertical generando un espacio adosado a él. Sus dimensiones podían dar acogida a ciertos vegetales como el Astarapea, Aralia, Chorisia speciosa o el ficus Benjamín que llegaba a crecer más de 5 m y no tenía cabida en las otras estufas.
Al buscar financiación la Universidad argumentaba la necesidad inexcusable, científica, para el mantenimiento correcto del centenar de ejemplares exóticos que ya tiene implantados, pero también el prestigio, pues «por el número de plantas que contiene, por su lozana vegetación, puede ya competir con los primeros de Europa», y esta construcción era presentada como exponente de estar al día en las conquistas del progreso y de la ciencia. Al muro de la estufa se le añadiría más adelante una edificación adosada, rematada con una torrecilla, a modo de Miramar, para dependencias de dirección y de investigación, hasta constituir un afortunado inmueble que aún perdura.
Lamentablemente no ha llegado hasta nuestros días otros elementos de interés como las mencionadas construcciones de madera, los primitivos umbráculos e invernadero, a pesar de que este último fue reconstruido, según proyecto de 1867 del arquitecto Ildefonso Fernández, del que tenemos constancia gráfica. Seguramente serían sustituidos por los actuales de hierro, durante el último cuarto del siglo XIX. Posteriormente hacia final de siglo, bajo la dirección de Arévalo Baca, se construyeron las pequeñas estufas situadas al lado del plantel de semillas, y se concluyeron las obras, en 1888, de la estufa de mayor dimensión, llamada también «de la balsa» por la proximidad de los dos elementos, concebida según el modelo de la ya descrita en 1861.
Otros momentos históricos de interés fueron la incorporación del Jardín Botánico a la facultad de Ciencias, mientras que, bajo la dirección de Rafael Cisternas y Fonseret (1867-1876) y, más tarde, de Josep Arévalo Baca (1876-1888) se incrementarán las actividades de la Escuela Botánica del recinto y el carácter práctico y experimental de sus plantaciones, impulsadas por el auge agrícola del momento.
En 1878 se produce la extensión septentrional que va a configurar el recinto que ahora conocemos, mientras que la relación urbana respecto de las calles Beato Gaspar Bono y Quart no cambia hasta el presente siglo XXI. Entre 1879 y 1880 se produce la implantación del recinto colegial de San José o de los Padres Jesuitas. A partir de la riada de 1957 y gracias a la tenacidad del director Ignacio Docavo, se produce el rescate del jardín y la reconstrucción de diversas construcciones degradadas, entre 1962 y 1968, procurando incorporar otros elementos de interés sobre las ciencias naturales.
Posteriormente, siendo director el también catedrático Manuel Costa, se procede a la rehabilitación integral del jardín (saneamiento de las plantaciones, alternativas de irrigación, el cuidado de sus cuadros, etc.) y los elementos arquitectónicos más característicos (cerca del recinto, invernaderos, estufas, umbráculo, pabellón.). También se construye el llamado edificio de investigación sobre las expropiadas edificaciones recayentes a la calle Quart.
Manuel Costa Talens (Carcaixent, 1938). Se licencia en Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid donde se doctora, es 1981 cuando gana la cátedra de Botánica en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia. En 1987 es nombrado director del Jardín Botánico de Valencia, y encabeza la rehabilitación de éste para recuperarlo y situarlo entre los mejores del mundo.
Las plantas medicinales están representadas en el extremo norte, en un cuadro inspirado en los claustros convencionales de los conventos donde antiguamente se cultivaban. Sobre todo se cultivan las típicas de etnobotánica valenciana como la valeriana roja y la común, con efectos tranquilizantes; las desinfectantes, romero, tomillo o salvia y, las estomacales como el poleo o la manzanilla borde.
Desde que construyó el invernadero de la Balsa y a finales del siglo XIX a pasado mucho tiempo, pero la obra del arquitecto Arturo Mélida perdura en el tiempo.
El Jardín Botánico cuenta con un vivero, especializado en cactus, plantas crasas y otras variedades del desierto. Se construyó el invernadero de la Balsa a finales del siglo XIX, obra del arquitecto Arturo Mélida.
Hoy cuenta con una importante colección botánica de cactus y especies xerotíficas de los 5 continentes. Que nos permiten conocer las propiedades y características de éstas. Por ejemplo, sabías que existen algunas plantas que según los expertos purifican el aire filtrándolo de contaminantes como el benceno, amoníaco y xileno, entre otros. Es el caso de la planta suculenta Sansevieria trifasciata, también conocida como la lengua de la suegra.
El jardín Botánico cuenta con una gran colección de plantas crasas. Auténticas supervivientes que habitan mayoritariamente los desiertos y que han de soportar condiciones extremas de insolación y de falta de agua. Las crasas o suculentas, cuentan con más de 600 especies en el Botánico que se reparten a lo largo de tres zonas. Una interior, la llamada “caseta del romero”, para las de menor tamaño, y otras dos exteriores, justo al lado, para las plantas de origen americano y africano. La familia más importante, Cactaceae, con 52 géneros y más de 230 especies.
En la actualidad, además de la preservación del jardín histórico, se trabaja en su continuidad como centro de estudio, búsqueda, desarrollo y divulgación de la cultura botánica. Investiga sobre flora, biosistemas y vegetación. Participa en proyectos internacionales relacionados con la biodiversidad vegetal y el estudio de plantas autóctonas. Dispone de biblioteca, herbario y germoplasma. Promueve congresos de especialistas y jornadas, encuentros y exposiciones divulgativas. En este momento el Jardín Botánico de la Universitat constituye un espacio científico y docente, vegetal, arquitectónico e histórico y además caracterizador del paisaje urbano.
La imagen de un árbol que parece estar embarazado es lo más curioso que he visto visitando diferentes jardines. Se le ve una especie de mano con un dedo y unos pies.
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Interurbanos: Aldaya, Alacuás, Aeropuerto, Manises y Torrente. Metro: línea 1, estación Turia, líneas 3 y 5, estación Ángel Guimerá.
PRECIO:
ENTRADA ORDINARIA:
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ENTRADA CON TARIFA REDUCIDA:
Tarifa: 1 € Miembros del colectivo "Amigos y Antiguos alumnos de la Universidad de Valencia".
Tarifa: 1 € Grupos especiales* a partir de 10 personas (*mayores de 65 años, pensionistas, personas dependientes, personas en paro, niños y niñas de 7 a 16 años, alumnado en general (formación reglada), titulares del carné de família numerosa o monoparental, titulares del carnet jove, miembros de las asociaciones vinculadas al Jardín Botánico).
Nota:
En cuanto a los grupos educativos con menores, se requiere al menos de un responsable/tutor/tutora (mayor de edad) que se responsabilizará de ellos durante toda la visita.
Tarifa: 1,5 € Mayores de 65 años, pensionistas, personas dependientes, personas en paro, niños y niñas de 7 a 16 años, alumnado en general (formación reglada), titulares del carné de família numerosa o monoparental, titulares del carnet jove, miembros de las asociaciones vinculadas al Jardín Botánico.
Tarifa: 1,5 € Grupos de adultos a partir de 10 personas.
Tarifa: 2,5 € Personas con la tarjeta "Valencia Tourist Card" o "Family point".
DÍAS DE ACCESO GRATUITO
Las fechas están sujetas a cambios que se comunicarán con suficiente antelación en esta misma web.
Día del árbol: 31 de enero
Día de los bosques y de inicio de la primavera: 21 de marzo
Día de los monumentos y de los lugares históricos: 18 de abril
Día de los museos y de la fascinación por las plantas: 18 de mayo
Día de la diversidad biológica: 22 de mayo
Día del medio ambiente: 5 de junio
Día de la ciencia: en noviembre (fecha por confirmar)
ABONOS
El Jardín Botánico dispone de diferentes modalidades de abonos en función de las necesidades de los visitantes..
Web para más información sobre las entradas y abonos.http://www.jardibotanic.org/
Referencias:
https://www.jardibotanic.org
https://cultural.valencia.es/es/monument/jardi-botanic/
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