La vela latina fue toda una revolución, permitió por primera vez navegar contra el viento, sin viento de popa y sin remos. Fueron los árabes quienes trajeron esta práctica a tierras valencianas. Para comerciar, pescar, cazar, para trasporte, en la piratería, guerras e incluso en la agricultura. No podemos olvidar que la Albufera de Valencia antiguamente tenía un superficie 20 mayor que hoy día, y no es extrañar que reinaran en la Albufera durante siglos.
Pero en la década de los 50, llegó el motor de explosión para barcas y la vela latina quedó apartada, con el abandono de esta modalidad también se perdieron todos los saberes, oficios y prácticas tradicionales relacionadas con ella: calafat, veler, tenyidor, filador etc.
Pero para la gran alegría de muchos que añoramos recuperar nuestros juegos y deportes tradicionales…ha vuelto y para quedarse. La vela latina ha vuelto a ser izada en la albufera, Torrevieja, Xàvia, o Peñiscola desde hace unos años. En estos momentos esta antigua tradición, la están preparando y estructurando para convertirla en disciplina deportiva y patrimonio etnográfico valenciano, hay muchos clubs de diferentes pueblos que están trabando de valiente para ello.
Los árabes explotaban las riquezas piscícolas del lago que era abundante en tencas, llissas, carpa, mújol y la anguila. También los diversos señores y reyes propietarios de l'Albufera obtuvieron un beneficio quedándose una quinta parte de todo lo que se pescaba. Un peaje que da una idea aproximada de la abundancia que hubo en el pasado. En 1857 la actividad pesquera comenzó a regularse de forma más ordenada. Se firman los primeros tratados con las cofradías para conseguir que los tributos se paguen en metálico y no en especies. De las tres compañías pesqueras, Catarroja, Silla y El Palmar, esta última sobresalía por su organización social y democrática, muy avanzada para su época
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