Como la mayoría de los descubrimientos de la humanidad que fueron por casualidad, imagino que el vino tuvo que descubrirse por casualidad. Pero cuenta la leyenda, que cuando el Dios griego Zeus quiso mostrar todo su poder se rodeó de rayos y truenos, lo cual asustó tanto a su amante Sémele, que cayó fulminada. Entonces Zeus, le extrajo a su hijo que estaba en gestación y se lo cosió a su propio muslo, de donde lo separó cumplidos los nueve meses. Por eso le puso por nombre Dionisos, que significa el nacido dos veces. Los romanos cambiaron este nombre por el de Baco y que fue el Dios del vino.
Esta historia que es muy interesante por la dificultad del nacimiento de Dionisos, puede comparase con la dificultad a la hora de crear un vino. Es un proceso que entraña una gran dificultad, con sus efervescencias y maduraciones, de prensados y trasvases. También la elección de las uvas para crear un vino de categoría es complejo, si no se eligen bien las viñas puede ser un desastre. Todos esos complejos procedimientos dan lugar junto a la calidad de la uva, de la tierra y la temperatura, además muy importante en momento de la vendimia, dan como resultado hacen de cada viñedo un vino distinto a los demás.
La larga tradición vinícola de Valencia y su entorno, han conseguido con sus mezclas entre los diferentes tipos de uva, que hayan aparecido una gran cantidad de vinos de una gran calidad, algunos reconocidos mundialmente. La lista de grandes vino es larga para las denominaciones de origen de la Comunidad. La monastrell tinta y blanca, la moscatel, en Alicante, junto con la garnacha tintorera, la bobal, la forcallat, la meseguera. Y en Utiel-Requena, que además de la bobal, tienen el famoso tempranillo, príncipe de La Rioja. Y la zona de Valencia, que goza de todas ellos más la malvasía, tartosí y verdil.
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